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dd¿Usamos sólo el 10% del cerebro? Los neuro-mitos son creencias infundadas sobre el funcionamiento del cerebro que se encuentran muy extendidas. Según una reciente investigación, una inmensa mayoría de la población lo cree así. ¿Es el modelo actual de aula poco amigable para el cerebro? ¿Por qué los estudiantes no alcanzan los niveles de alfabetización y las habilidades numéricas que demanda el mercado laboral? ¿Por qué uno de cada seis estudiantes odia el colegio?

 

 

 

Con esta declaración de intenciones arranca la descripción del proyecto Brain and Learning, una iniciativa de la OCDE dirigida a mejorar la forma en que el conocimiento que se está acumulando sobre el funcionamiento del cerebro se aplica en la escuela para potenciar el aprendizaje y el rendimiento académico de los alumnos. Desde hace unos años ha surgido la preocupación y el interés acerca de cómo utilizar la neurociencia para mejorar el aprendizaje en las escuelas, aunque este proceso no siempre es sencillo o directo y muchos neurocientíficos manifestarían que en muchos casos es todavía prematuro hacerlo. De forma paralela, han surgido un puñado de falsas creencias sobre los sustratos cerebrales del aprendizaje, los denominados neuro-mitos, unas afirmaciones que son aparentemente intuitivas pero que, en realidad, no existe evidencia experimental que las sostenga o directamente la evidencia existente las refuta. Sorprendentemente, estas suposiciones infundadas han venido siendo explotadas comercialmente en una serie de productos educativos que aprovechan el aparente poder de convicción de estas afirmaciones. También es común que estos productos aseguren fundamentarse en supuestas evidencias científicas, al igual que los neuro-mitos.

Los neuro-mitos parecen estar muy extendidos y para comprobarlo les invito a que participen en un pequeño experimento. Tómese por favor unos segundos para responder a este breve cuestionario. Piense cual de las siguientes afirmaciones es falsa:

1. Utilizamos sólo el 10% de nuestro cerebro.

2. Los ambientes ricos en estímulos mejoran el cerebro de los niños en edad preescolar.

3. Los alumnos aprenden mejor cuando reciben la información en su estilo de aprendizaje preferido, ya sea auditivo, visual o kinestésico.

Lamento decirle que si ha pensado que las tres son afirmaciones ciertas, está usted totalmente equivocado.

Neuro-mitos bajo la lupa

La primera de las afirmaciones anteriores corresponde con el neuro-mito del 10%. Es una percepción muy común sobre el cerebro, quizá debido a la celebridad de su presunta autoría (correos masivos y frases de auto-ayuda suelen atribuir esta frase a Albert Einstein, al tiempo que le asignan la capacidad de usar un % mayor de su cerebro para explicar su extraordinaria inteligencia). Olvidos, errores de planificación y otros despistes suelen convencernos de que no aprovechamos todo el potencial de nuestro cerebro. Los estudios de imagen cerebral también podrían haber contribuido a esta falsa creencia porque suelen mostrar como una zona cerebral se “ilumina” durante un determinado comportamiento. Esto es sin embargo una interpretación errónea, porque esas zonas iluminadas tan solo muestran niveles de señal que superan el nivel basal, algo que en absoluto significa que las zonas “no iluminadas” estén completamente inactivas. De hecho, estos estudios de imagen cerebral todavía no han sido capaces de demostrar la existencia de una sola área del cerebro que nunca se utilice en un cerebro normal. Al contrario, muestran claramente que, aunque nunca está todo el cerebro activo al mismo tiempo, la mayoría de regiones del cerebro si lo están casi siempre. Así que, si tuviéramos que afirmar algo sobre el % de cerebro que utilizamos, tendríamos que asegurar que a lo largo del día, usamos prácticamente el 100% de este órgano.

 

 

El segundo de estos neuro-mitos (el mito del enriquecimiento ambiental) también puede haberse originado en una interpretación errónea de un descubrimiento científico contrastado. En la literatura científica se ha descrito en repetidas ocasiones que los roedores de laboratorio exhiben una notable mejora en sus capacidades de aprendizaje y memoria, así como ciertos cambios funcionales y quizá también estructurales en áreas cerebrales importantes para el aprendizaje (como el hipocampo y la corteza), cuando se les cría y mantiene en un entorno enriquecido en estímulos y juguetes. Estos cambios se observan cuando los roedores en ambiente enriquecido se comparan con roedores que son mantenidos en las empobrecidas condiciones en que normalmente se estabulan los roedores de laboratorio (para que se hagan una idea, los ratones viven en jaulas de aproximadamente 20 cm x 45 cm x 20 cm, a escala es como si una persona viviera en una habitación de 2 m x 4 m x 2 m, toda su vida).

Lo que estos experimentos indican es que un entorno artificialmente empobrecido conlleva un desarrollo peor que el que ocurre en un entorno con oportunidades para jugar e interactuar. De ahí se deriva que crecer encerrado en un zulo o aislado del contacto humano perjudica el desarrollo cerebral del niño. Pero esto no implica que enriquecer el ambiente de un niño mas allá de lo que ya es típico —por ejemplo, mediante una exposición permanente a los vídeos Baby Einstein— potenciará su desarrollo cognitivo.

 

El tercero de estos neuro-mitos resulta más difícil de aceptar, pero por suerte o desgracia, no necesariamente lo que nos resulta intuitivo tiene que ser correcto. La teoría de los estilos de aprendizaje kinestésico-auditivo-visual está también muy extendida a pesar de que ha sido extensamente evaluada experimentalmente sin encontrar evidencia sólida, como explica Daniel Willingham en su libro “¿Por qué a los niños no les gusta ir a la escuela?“.

 

 

 

Esta teoría propone que todo el mundo puede aprender información nueva mediante cualquiera de estos tres sentidos (oído, vista o la percepción del movimiento) pero que la mayoría tenemos un sentido preferido. Así, los aprendices visuales preferirían ver figuras y diagramas, los auditivos preferirían descripciones verbales, y los kinestésicos manipularían objetos y moverían su propio cuerpo para aprender. La teoría se basa en un hecho contrastado: el que existen personas con una memoria visual muy buena, y otras personas que destacan por su memoria auditiva. Pero la teoría va más lejos y propone exactamente que los estudiantes aprenderán mejor cuando las instrucciones que reciben coinciden con su estilo cognitivo. Por ejemplo, supongamos que María, una aprendiz auditiva, y Juan, un aprendiz visual, tienen que memorizar dos listas de palabras que desconocen. A los dos, las palabras y definiciones de la primera lista les son comunicadas de forma auditiva a través de un casete; los términos de la segunda lista son ofrecidos de forma visual en una diapositiva. Si la teoría fuese correcta, María debería ser capaz de aprender más palabras de la primera lista, y Juan de la segunda. Pero esto no es lo que generalmente se ha observado en los numerosos experimentos de este tipo que se han realizado en docenas de estudios de investigación publicados hasta la fecha en que apareció el libro de Daniel Willingham, por el año 2009.

Así pues, no parece que adaptar la información a la modalidad preferida del alumno le de ventaja alguna para aprenderla. ¿Cómo puede ser esto posible? ¿Cómo puede ser que María no aprenda mejor cuando la presentación es oral, siendo ella un aprendiz auditivo? La respuesta es en realidad muy simple: sencilla y llanamente, no es información auditiva lo que se está evaluando. La información auditiva corresponde con el sonido concreto de la voz del casete y lo que se ha evaluado es el significado de las palabras. Su portentosa memoria auditiva no le ayuda en situaciones en las que el significado es lo importante. Análogamente, Juan puede ser buenísimo a la hora de reconocer los detalles visuales de las imágenes utilizadas en la diapositiva, pero de nuevo esa habilidad no es la que estaba siendo evaluada. Lo relevante en el contexto educativo es que esta situación coincide bastante bien con la mayoría de lecciones que los alumnos deben aprender en la escuela. La mayoría de las veces los estudiantes tienen que recordar lo que significan las cosas, no como suenan o a qué se parecen visualmente. Por supuesto, esto sólo guarda relación con el promedio de alumnos (en torno a lo que se encuentra la mayoría). Es decir, esto no dice que haya que desatender las necesidades educativas especiales de niños con enfermedades. Como tampoco significa que los profesores no deban estar atentos al progreso de los alumnos y adapten su clase reforzando los contenidos que resulten más difíciles. Simplemente dice que no por enseñar en la modalidad que el alumno prefiere, aprenderá mejor.

Es verdad que aceptar que están equivocadas nuestras ideas cuesta mucho esfuerzo mental, y puede ser normal que nos resistamos a aceptar que estos neuro-mitos no son ciertos. Nos guste o no, lo presentado arriba sugiere cuanto menos que esas concepciones no tienen evidencia experimental. ¿Estamos entonces dispuestos a someter a nuestros alumnos a unas metodologías de enseñanza cuya efectividad no está demostrada o es dudosa? ¿No sería más conveniente emplear esos esfuerzos y recursos en prácticas educativas que sí tienen beneficios contrastados sobre el desarrollo personal y académico de los niños?

 

 

El comercio de neuro-mitos

Quizá un argumento económico sea más convincente. Bajo el pretexto de mejorar la enseñanza, aprovechando el tirón de la cada vez más de moda neurociencia, han proliferado en los últimos años una serie de productos y programas educativos comerciales que dicen seguir un modelo de “aprendizaje basado en el cerebro”. En realidad, estos productos no hacen más que explotar la influencia y extensión que los neuro-mitos atesoran, sin que exista evidencia científica que las sostenga (o directamente la evidencia existente indica que no tienen el efecto que dicen tener).

Un ejemplo ilustrativo es el mencionado más arriba Baby-Einstein, un conjunto de juguetes, mochilas, CDs y DVDs que supuestamente mejoran el “florecimiento del cerebro infantil mediante la estimulación emocional, física e intelectual”. No menos llamativo es el Braingym, un coctel mágico de instrucciones metodológicas que asegura poder ayudar en una inmensa variedad de dificultades incluyendo la dislexia, impulsividad, dificultades de aprendizaje, déficit de atención, hiperactividad, y “todo aquello en lo que quieras mejorar”. Viendo su web podríamos pensar que se trata de una disciplina pedagógica reglada ya que imparten cursos de formación (el más barato, de 16 horas de duración, cuesta 200€). Sin embargo, esta metodología supuestamente basada en el cerebro no tiene evidencia científica alguna.

 

 

Prevalencia de los neuro-mitos entre los que enseñan

Quizá los neuro-mitos se impregnan tanto en la sabiduría popular porque son transmitidos en las mismas escuelas. Un estudio reciente, publicado a finales de octubre en la revista Frontiers in Psychology, analizó precisamente hasta qué punto están extendidos estas falsas creencias entre los profesores de educación secundaria y primaria. 242 profesores de Holanda y Reino Unido, que declararon mostrar interés por la aplicación pedagógica de la neurociencia, respondieron a un cuestionario con preguntas dirigidas a evaluar sus conocimientos sobre el cerebro y preguntas dirigidas a evaluar en qué medida los profesores creían en unos cuantos neuro-mitos (más abajo pueden ver este cuestionario). El resultado mostró que el 47% de los profesores creían en el mito del 10%. Una cifra todavía superior, el 76%, creían que enriqueciendo el entorno de los niños fortalecerían sus cerebros. El mito de los estilos de aprendizaje fue el más popular: el 94% de los profesores.

Sorprendentemente, de algún modo hasta irónicamente, los profesores que tenían mayores conocimientos generales sobre el cerebro eran los que creían en más neuro-mitos. Aparentemente, los profesores que eran más entusiastas sobre aumentar sus conocimientos acerca de la mente y el cerebro tenían más problemas para separar los hechos de la ficción.

Es de algún modo preocupante que los programas educativos comerciales que aprovechan y a la vez difunden los neuro-mitos puedan penetrar en los sistemas educativos públicos. En el estudio anterior, el 86% de los profesores del Reino Unido dijeron haberse encontrado el Braingym en la escuela. Aunque todavía no hay datos en España, afortunadamente su implantación parece ser mucho menor. Al menos, las instituciones no apoyan de forma explícita estos programas (la palabra “cerebro” no aparece ni una sola vez en ninguna de las normativas legales vigentes en materia de educación a nivel nacional: Ley Orgánica 2/2006 de Educación, Real Decreto 16/2006 que establece las enseñanzas mínimas de la Educación Secundaria y el Real Decreto 1467/2007 que establece las enseñanzas mínimas del Bachillerato). Con todo, aun desconocemos de manera exacta hasta qué punto están extendidos los neuro-mitos en el imaginario colectivo.

El estudio anterior podría ofrecernos información valiosa para prevenir el riesgo de que estos programas se infiltren en los colegios. Sabemos que los neuro-mitos seducen poderosamente nuestra intuición y que se extienden rápidamente en áreas como la industria y la auto-ayuda, por lo que erradicarlos de la conciencia popular será probablemente una tarea titánica. Reducir su influencia en la escuela podría ser por ello un buen comienzo.

 

Referencias

Neuromyths in Education: Prevalence and Predictors of Misconceptions among Teachers. Sanne Dekker, Nikki C. Lee, Paul Howard-Jones and Jelle Jolles. Front Psychol. 2012; 3: 429. doi: 10.3389/fpsyg.2012.00429

¿Por qué a los niños no les gusta ir a la escuela?: Las respuestas de un neurocientífico al funcionamiento de la mente y sus consecuencias en el aula. Daniel T. Willingham

Anexo

El cuestionario online utilizado en el estudio incluía las siguientes afirmaciones. Los neuro-mitos son resaltados en cursiva. En paréntesis se indica si la afirmación es correcta (C) o incorrecta (I)

1.- Utilizamos nuestro cerebro las 24 horas del día (C)

2.- Los niños deben aprender su lengua nativa antes de un segundo idioma. si no, ninguno de los dos idiomas será aprendido completamente (I)

3.- El tamaño del cerebro de los chicos es mayor que el de las chicas (C).

4.- Si los alumnos no beben suficiente agua (6-8 vasos al día) sus cerebros se encogen (I)

5.- Ha sido demostrado científicamente que los suplementos de ácidos grasos omega-3 y omega-6 tienen un efecto positivo sobre el rendimiento escolar (I)

6.- Cuando una región del cerebro es dañada otras partes del cerebro pueden asumir su función (C)

7.- Solo usamos el 10% del cerebro (I)

8.- El hemisferio cerebral izquierdo y el derecho siempre trabajan juntos (C)

9.- Diferencias en la dominancia hemisférica (cerebro izquierdo, cerebro derecho) pueden explicar las diferencias de aprendizaje entre estudiantes (I)

10.- Los cerebros de chicos y chicas se desarrollan a la misma velocidad (I)

11.- El desarrollo del cerebro termina a la edad en que los chicos empiezan el instituto (I)

12.- Hay periodos críticos en la infancia después de las cuales hay ciertas cosas que ya no pueden ser aprendidas (I)

13.- La información se almacena en el cerebro en redes de células distribuidas por todo el cerebro (C)

14.- El aprendizaje no se debe a la adición de nuevas células al cerebro (C)

15.- Los alumnos aprenden mejor cuando reciben información en su estilo de aprendizaje preferido (auditivo, visual, kinestésico) (I)

16.- El aprendizaje ocurre mediante modificaciones de conexiones neuronales en el cerebro (C)

17.- El rendimiento académico puede verse afectado por saltarse el desayuno (C)

18.- El desarrollo normal del cerebro implica el nacimiento y muerte de células (C)

19.- La capacidad mental es hereditaria y no puede modificarse por el entorno o la experiencia (I)

20.- El ejercicio puede mejorar el funcionamiento mental (C)

21.- Los entornos ricos en estímulos mejoran el cerebro en niños pre escolares (I)

22.- Los niños están menos atentos después de consumir bebidas azucaradas o tentempiés (I)

23.- Los ritmos circadianos (reloj corporal) cambian duran la adolescencia, causando cansancio durante las primeras horas del día en los alumnos (C)

24.- El consumo regular de cafeína reduce la lucidez mental (C)

25.- Ejercicios de coordinación de habilidades motoras-perceptuales puede mejorar las habilidades lingüísticas (I)

26.- La práctica repetida de algunos procesos mentales puede modificar la forma y estructura de algunas partes del cerebro (C)

27.- Los alumnos tienen preferencias sobre el modo en que reciben la información (visual, auditiva, kinestésica) (C)

28.- Los problemas de aprendizaje asociados a diferencias en el desarrollo del cerebro no pueden ser corregidas a través de la enseñanza (I)

29.- La aparición de nuevas conexiones en el cerebro puede continuar en la vejez (C)

30.- Ejercicios breves de coordinación pueden mejorar la integración de las funciones del hemisferio cerebral izquierdo y derecho (I)

31.- Hay periodos más sensibles en la infancia en los que es más fácil aprender cosas (C)

32.- La actividad del cerebro se apaga cuando dormimos (I)